Un día normal como otro cualquiera ciertamente no lo sería pero comenzó como uno más, primero me despierta la vibración del reloj, me siento en la cama y pienso un día más, un día más para demostrarme que yo puedo quedándome un minuto repasando mentalmente el bocezo de lo que será mi día, después de repasar mi futuro día, me levanto preparo el agua para el café, miro si tengo café para molerlo, me voy al cuarto de los ordenadores, recogí el portátil y todo lo necesario, pillo la mochila de deporte y si no he puesto la ropa para lavar la pongo y me voy con la mochila al cuarto. Preparo la ropa para el deporte y la que me voy a poner ese día, me ducho, me visto, café, miro si esta mi hermano y si está café para él, pillo la ensalada para la comida, una fruta, el batido para después del deporte, y al coche, música a toda ostia buen rollera y a disfrutar del camino.
Aquí es cuando la cosa cambia. Por norma general, llego a la oficina absorto en mis pensamientos, pero esta vez algo cambio y me fascina como en apariencia, un insignificante suceso saliendo del pueblo, puede hacerte ver las cosas desde un punto de vista nuevo.
En el pueblo a la salida siempre hay una mujer mayor que da vueltas (vive cerca), porque a la pobre la casa se le cae encima, y me gusta verla dando vueltas ella andando por todos lados y me hace gracia, ver dónde me la voy a encontrar ,ese día (porque siempre me la encuentro sea a la hora que sea), la encontré con un hombre mayor también del pueblo, que va en su bicicleta, con su caja homologada de tomates en la parte de atrás (es muy de pueblo, pero la verdad que es muy útil) que me desvió del tema a centrarse, el caso que note que se separaban de golpe, y me di cuenta en ese momento que se habían dado un beso en la boca, fue la reacción de los dos lo que me gustó, que fue la misma de dos adolescente dándose un inocente beso por primera vez, la cara de felicidad y emoción de los dos, la timidez de parecer que están haciendo algo malo, y la cara colorada por pensar que lo han pillado, de verdad que esa estampa se me quedo grabada, como las personas, podemos disfrutar de la vida desde la inocencia sin maldad.
Al salir del pueblo me quede pensando en ese efímero momento, y viendo como todo al final, une a las personas de una manera u otra. No se sus historias ni su pasado, no puedo juzgar desde ese aspecto, ni quiero, pero con todo esto me quede recapacitando y observando a la gente y lo que me rodea como si no lo hubiera visto, y en los pequeños comportamientos, vi las muestras de amor más grande pero menos valoradas, una madre parada en el semáforo, haciéndole caras al niño para que se ría, un perrete observando a su dueño con esa cara de cariño supremo, mientras la dueña corría parada esperando al semáforo, el niño que al bajarse del auto, lanzaba un beso al padre y salía corriendo porque se ve que llegaba tarde.
Unos compañeros de trabajo, que en la misma medida que somos cabrones, nos cuidamos (todos, jefe incluido). Yo no sabría donde estaría si no fuera por ellos, porque se han preocupado por mi en todo momento, me ayudan me apoyan y siento el cariño de todos y como en todo son los pequeños detalles, donde se demuestran su grandeza como personas, el compartirlo todo y más.
En resumen, me he dado cuenta de que no estamos solos, y que estamos rodeados de amor y cariño, solo hay que “verlo”, todo en este mundo al final hacen que las cosas sucedan, pero recuerda que para que eso ocurra tienes que hacer que suceda (esto ya lo desarrollaré más adelante)
Un saludo y mucho amor.