haz que el mundo se pare

Por estas navidades, en un ataque de nostalgia me puse a revisar las fotos que tenía en el móvil y para ponerme a navegar en la deriva de mis recuerdos. Mientras trataba de navegar por ellos, me di cuenta que un patrón que se repetía continuamente llamándome poderosamente la atención. No tengo apenas fotos de las personas con las que me encanta estar, con las que me siento agusto y con las que disfruto de su presencia.

Me di cuenta, cuando estaba buscando fotos, al ver una foto que tengo ceci. Fue cuando me di cuenta, ya que recordé una conversación que tuvimos hace tiempo. Del porqué tenemos tan pocas fotos juntos, y de las que tenemos era para justificar el momento. Más que nada  siempre que nos juntamos, disfrutamos el encuentro y con las interminables conversaciones, de la vida y del todo, haciendo que el resto del mundo para nosotros, se para nosotros en esos momentos.

 

Ese patrón curiosamente se repite con más personas, mis padres, mis hermanos y mi hermano de elección, del resto curiosamente tengo fotos.

 

Con esto me dí cuenta (bueno más bien confirme), que damos tanta importancia a las apariencias, y a la exhibición pública de las actos y lo que hacemos, que no se concibe poder estar con alguien y no necesitar publicarlo, contrarlo o pregonarlo en las redes sociales. Solo nos preocupamos por decir que bien estamos, como de bien nos lo pasamos haciéndolo, pero por el camino ni disfrutamos del momento, ni estamos con la personas, y ni vivimos la experiencia, ni nos preocupamos de como estan los demás o si disfrutan de nuestra presencia.

 

A día de hoy varios días después de darme cuenta de ello y de estar procesandolo, me he dado cuenta que las fotos son bonitas pero absurdas (para mi), ya que cada vez que quiero recordar, un momento o un apersona, saco mi tarro de las galletas y busco ese momento o esa persona. Las fotos nunca podrán competir con esos recuerdos, ya que una foto es solo una imagen, pero un recuerdo, es un momento grabado en tu mente con olores, sensaciones y sentimientos.

 

Un recuerdo que tengo con mi padre que me encanta y al que recurro cuando lo echo de menos, es cuando le acompañaba del salón de estar, a su cama, por esa época a mediados de diciembre, mi padre solo necesitaba un poco de ayuda para ir, así que lo ayudaba a levantarse, le daba las dos manos (aún siento el tacto de su piel en la puntas de mis dedos al recordarlo), mientras íbamos caminando cogidos de la mano (yo andaba marcha atrás), le iba cantando la canción de las muñecas de famosa (Las muñecas de Famosa se dirigen al portal para hacer llegar al niño su cariño y su amistad, y Jesús en el pesebre se ríe porque está alegre…) , es que parecíamos las muñecas caminando él siempre sonreía y me miraba con esos preciosos ojos lleno de alegría, ese momento para mi es insuperable.

 

Con mi madre el recuerdo que más me viene a la memoria, es cuando llegaba a casa con algo que sabía que le gustaba y le decía, “mami quieres merendar” a lo que ella siempre me respondía un “no tengo ganas” y yo le decía uuuuu que pena con este dulcito que te traigo y ella me decía “bueno si te pones así hazme también un cafelito”, es que no se podía resistir a un dulcito, o algo de picar, me encantaba ver como se lo comía y lo disfrutaba.

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