El poder de las palabras

Las palabras, tienen sobre nosotros un poder inimaginable del cual no solemos pensar ni prestar atención, el problema es que esas palabras muchas veces no tienen efectos de manera instantánea y pensamos que no nos afecta, pero son como el agua que va erosionando la roca que se cruza en su camino, va lento, pero va. Hasta que un día esas palabras o ideas, hacen clic en nuestro celebro, ya sea por la persona que nos lo dice, o porque nos pillan con la defensa baja, pero ya en ese momento todo cambia y no es lo mismo, y nos hemos convertido en esa roca en medio del rio que el agua ha erosionando, y ya nunca volverá a ser la misma.

Hoy he tenido esta conversación con una persona (una de mis personas favoritas)  y me estaba contando una frase que le ha quedado marcada a fuego y que le cuesta quitarse, muchas veces son frases o ideas dichas sin maldad, pero que calan en lo más profundo del alma de las cuales luego cuesta mucho desprenderse de ellas.

No le conté mis dos frases que me han marcado, más que nada porque el tiempo apremiaba y no se podía, pero me dejo con la idea dando vueltas todo el tiempo y teniendo que sacarlas de mi cabeza para poder descansar, y como siempre mi querido Morfeo no viene a visitarme si no tengo mi conciencia tranquila y las cosas listas.

Mis dos frases una la estoy escuchando mucho recientemente y otra que la llevo arrastrando de largo.

Últimamente escucho me dicen mucho que tengo que salir y relacionarme más, pero el problema es que no escucho, vamos que estoy sordo perdió, no escucho una conversación o me pierdo parte de las mismas, las cosas que me dicen o escuchar una tele sin quedar sordo a medio planeta o cualquier otra cosa similar, para mí ya no es problema si es en un grupo, porque solo pareces un tío antisocial o vergonzoso de hablar, cuando la verdad es que trato de escuchar todo pongo todo mi ser en la conversación trato de leer los labios, discerniendo los ruidos ambientes y las conversaciones paralelas todo eso sin tratar de volverme loco y como estén moviéndose de espalda o mil historias olvídate es imposible, y sabes que hago en esos momentos en los que ya estoy perdido, pues algo que llevo haciendo desde que soy un niño cuando veía la tele y el volumen estaba tan bajo (para mi) que no escuchaba la tele, pues imaginarme la conversación e interpretarla a mi manera rellenando los huecos. Si es una tele no hay problemas, el tema es que si son personas y te hablan a ti directamente esperando una respuesta, ya no vale inventar, ya no vale imaginar como con la tele, solo queda agudizar los oídos y rezar porque no te pregunten para no decir algo inapropiado y joderlo todo (cosa que ya me ha pasado a mí, varias veces) desgraciadamente, por lo tanto para mí estar en un grupo de gente (siempre digo que no me gustan los grupos) es un sobreesfuerzo demasiado grande, con muchas posibilidades de cagarla, que en lo único que hago es mirar y sonreír.

Al final lo único que me queda, es mi casa, mi ordenador, la escritura como método de evasión y mis pensamientos, que es más cabrón conmigo, que con los demás, más crítico y más incisivo, por eso siempre trato de conocerme más a mí mismo a través de mis interminables charlas conmigo mismo, porque conmigo puedo hablar sin voz y escucharme siempre.

Las palabras que más me duelen escuchar y que más daño me hacen (y siempre me la dicen sin maldad por eso las aguanto más) son: “ya nada”, “da igual”, “presta atención” un sinfín de palabras más que me dicen cuando digo “que”, “como” o algo así cuando no escucho, al final pasa dos cosas, que me quedo sin saber que me han dicho y con la frustración de no haber escuchado y encerrándome más en mí mismo.

Por eso aprecio tanto una buena conversación, ya que estoy cansado de hablar y debatir conmigo mismo es muy chulo, porque a mí mismo me contradigo y me hago cambiar de opinión, pero después de tantos años ya cansa y mucho.

Esta primera la gente que me conoce sabe o intuye algo, pero no creo que ni por asomo todo lo que me afecta ni siquiera hasta qué punto, pero la siguiente nadie lo sabe porque no la he comentado nunca y no pega con mi forma de ser y no es otra de porque no bajo de peso hasta cierto punto.

Esta frase me la dijeron cuando era muy pequeño, yo siempre he sido gordito, y una persona con toda la buena fe (lo hizo sin ninguna maldad eso lo tengo claro), pero el efecto que tuvo en mi lo llevo arrastrando hasta el día de hoy, “No importa que seas gordito, si te quieren así, es que te quieren por como eres” y yo me quede en plan ostras pues seré gordito para que me quieran como soy, y no por cómo me ven, ya ves un miniyo, idealizando el amor a mi más tierna infancia, no creo que tuviera más de 9 añitos ya ves.

Lo que no comprendo como coño una idea, aparentemente tan inocente y se llega a meter tan dentro, que te hace no cuidarte solo por un pensamiento infantil de un amor idealizado, que desplaza al amor a un mismo con el egoísmo infantil de no estar bien preocupando a mis seres queridos y sin pensar que el paso de los años no pasan el vano.

Para todos estos cambios solo he necesitado una ostia en mi vida que me hizo girar unos 180 grados, de la cual he cambiado hábitos ( he decidido que para querer a alguien de la manera adecuada, tengo primero que quererme a mí mismo y cuidarme para saber querer a los demás), quitados amigos personas que solo restaban y que en vez de ayudar me pisaban más y valorar a la otras personas que en vez de correr en dirección contraria (como si tuviera las más terribles de las enfermedades contagiosas), y no les salpique es triste pero ha sido así y todos esos a la mierda, y a las personas que se quedan a cuidarles y a cuidarme a mí mismo adelgazando con dietas y gimnasio, primero yo luego los demás y no al revés.

Lo de la sordera eso ya es otro cantar, seguiré metiéndome en mi burbuja, por lo menos mientras veo que hago con ese tema, ya que mi medico dice que tengo que seguir así y yo creo que tengo que escuchar y relacionarme (comprándome dos audífonos nuevo), pero yo sigo con mi lucha interna, de si la gente merece la pena o no, por escucharla, por poder hablar en grupo, por poder opinar sin miedo o escuchar un te quiero encerrado en el camuflaje del volumen de la voz. Lo haría, pero me da miedo lo que pueda escuchar, pero anhelo tanto oir los cantos de los pájaros, el caminar por la calle para mi es algo silencioso sin ruidos ni distracciones, y el hecho de escuchar un pajarillo cantando me da alegría.

Como es posible que algo tan simple me quite tanto el sueño.

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